Preocupa la caída de la vereda y escalones flojos en un parque

Vecinos advierten que el Paseo Jardín Marcelino Román “está descuidado”. Afirman que hay roedores, alacranes, basura y un socavón que persiste desde hace meses.

Un revoltijo de ramas, hojas secas y otra basura llenan un zanjón que arrancó parte de la vereda –ubicada sobre calle De la Torre y Vera, a metros del cruce con bulevar Moreno– y sigue por la barranca, surcándola, hacia el interior del Paseo Jardín Marcelino Román.
El socavón se abrió en 2010, tras las copiosas lluvias de febrero. Luego, después de mucho andar, los vecinos afirman que el hundimiento fue reparado “de forma precaria, con un poco de broza”, por lo que con las precipitaciones de principios de este año, “volvió a abrirse”. Esa vez fue cubierto de manera provisoria con restos de poda, montículo que pone en aviso a los peatones cuyo paso ha abierto un desvío por el pasto, y “así está hasta ahora”, advierte la gente del barrio.
Desde el interior del paseo, el desmoronamiento parece sostenido por las lajas de cemento de la vereda que fueron quedando trancadas en el surco y por un tirante de hierro clavado ya en la base del terreno.
El derrotero del zanjón termina en una hoya donde cae continuamente agua por grandes bocas pertenecientes a un sistema de desagües pluviales.
El fondo de esa cascada también albergaba basura, compuesta por plásticos, distintos envases, bolsas y botellas. “Es que con cada lluvia grande, el agua converge en el paseo y arrastra una gran cantidad de basura que deposita acá”, explicó Diego, un vecino de calle Moreno.
El paseo, caracterizado por la hermosura del lugar plagado de árboles y plantas vigorosas y cruzado por un brazo de agua que termina en el arroyo La Santiagueña, carecía de visitantes el miércoles por la tarde.

Con alambre

Escaleras de madera llevan al interior del paseo. Hay escalones flojos, otros atados con alambre y algunos con agujeros. Lo mismo ocurre con un puentecito que cruza el caudal del agua y bordea la cascada. Las tablas de madera parecen hundirse ante cada paso, sembrando la sensación de precariedad de la estructura. “Parece que en cualquier momento se va a descalzar la tabla y te caes”, define Laura, una vecina que desde la vereda dice que prefiere llevar sus hijos a otro parque “por prevención”.
El espacio cuenta con un sector de juegos para niños, pero el espacio no escapa a la falta de mantenimiento. Según informan los vecinos, el arenero hace tiempo que no es renovado y cada vez que llueve emana “un fuerte olor”.
Si bien el paseo se mantiene con el césped corto y las plantas de jardín cuidadas, Diego señaló la falencia en el sistema de iluminación. “Está todo oscuro, de noche da inseguridad hasta pasar por la vereda”, contó. Lo cierto es que se pudo observar al menos tres farolas rotas: dos sin focos y una agujereada.
También, sobre una ladera interna del cauce, asomaban potes de helados vacíos, una bolsa de residuos; y más abajo, botellas, papeles, hojas y ramas.

Bichos

Los vecinos señalan, con preocupación, la proliferación de roedores. Alejandro Garay, referente de un grupo de vecinos inquietos por la situación del paseo, dijo que “hay muchas ratas”. Por su parte, Diego mencionó la existencia de alacranes: dijo que en tiempo de calor y con las precipitaciones copiosas, estos animales invaden la zona metiéndose a las casas. “En el último verano, contamos veinte a la vez”, afirmó, tras detallar que deben sellar las rendijas de la casa y colocar protección en los desagües. Así y todo “es un peligro”, concluye.
El Paseo Jardín fue habilitado en los 80, durante el último gobierno de facto. En esa época se construyeron las escaleras y los desniveles, había recordado un vecino, con motivo del inicio del socavón en la vereda. Ahora bien, desde la década del 30’ permanece en pie el paredón con la balaustrada, que circunda uno de los paseos más bellos y desiertos de la ciudad.

Gestiones y espera
Los paranaenses no van (al paseo) porque no está cuidado. Es un lugar hermoso donde se convive con la naturaleza: hay muchos árboles autóctonos, pájaros y hasta hubo tortugas cuando el agua no era tan contaminada”, comenta Alejandro Garay, referente de un grupo de habitantes, preocupados por el estado del espacio verde. El vecino indicó que se han iniciados expedientes con pedidos en distintas reparticiones y que se llevó el caso a la Defensoría del Pueblo de la ciudad.
Así, afirmó que hace un mes se logró el arreglo de farolas, pero señaló una serie de falencias. Por ejemplo, carteles nuevos con el nombre del espacio Paseo Jardín Marcelino Román. “El cartel que hay ahora está destruido”, acotó el vecino en relación a una chapa descascarada instalada en el acceso por Moreno y De la Torre y Vera. Añadió que en 2008 se había iniciado la construcción de cartelería, pero que al final nunca se concretó el emplazamiento.
También marcó el estado de la pasarela sobre el arroyo -“está despintada y las tablas están flojas”, señala- e hizo hincapié en la existencia del socavón en la barranca ubicada sobre De la Torre y Vera. Al respecto, el vecino recuerda que el hundimiento apareció el año pasado, se arregló en forma precaria, y resurgió hace unos siete meses. “Toda el agua desagua hacia el paseo”, advierte, al tiempo que plantea que subyacen problemas en el drenaje de líquidos pluviales.

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