Grecia deberá votar si sigue en el euro

La UE se lo exigió a Papandreu; crece la tensión.

Las amenazas, los retos y los reproches terminaron por cambiarle el libreto: al cabo de una tempestuosa reunión con sus socios europeos en Cannes, Giorgios Papandreu aceptó que los griegos digan en un referéndum si quieren permanecer o no en la zona euro. No obstante, el premier mantendría la pregunta inicial, que provocó el terremoto en la Unión Europea: es decir, si sus compatriotas aceptan el plan de rescate, que incluye un fuerte ajuste.

En vísperas de la cumbre del G-20, que empieza hoy en esta ciudad francesa, la nueva crisis por Grecia consiguió monopolizar la atención del planeta.

«Lo esencial no es únicamente el plan [de rescate], sino si queremos permanecer en la eurozona», declaró el primer ministro griego después de haber sido convocado a una minicumbre en esta ciudad, en vísperas de la reunión del G-20 (agrupa a países industrializados y en desarrollo; entre estos últimos, la Argentina).

Para calmar los ánimos de sus socios europeos, el primer ministro griego también aceptó adelantar la fecha de esa consulta al 4 o 5 de diciembre, en vez de hacerla en enero. La decisión de Papandreu de convocar a un referéndum sumergió en una auténtica crisis de nervios a todos los líderes de la Unión Europea (UE) y en particular al presidente Nicolas Sarkozy y a la canciller Angela Merkel, que, una vez más, se vieron obligados a hacer malabarismos para tratar de apagar el nuevo incendio que amenaza la supervivencia del euro.

Reunidos ayer por la tarde en esta exclusiva ciudad de la Costa Azul, transformada para la ocasión en un auténtico campo militar, Sarkozy y Merkel -furiosos- intentaron por lo menos limitar los daños. En una reunión de urgencia organizada después de la cena, propusieron al jefe del gobierno griego una hoja de ruta en tres puntos, que debería serenar la profunda inquietud que agita desde el lunes a los mercados: obtener de su Parlamento un voto positivo sobre el plan europeo, organizar ese referéndum cuanto antes y escoger una pregunta que ponga a los griegos ante sus responsabilidades. En otras palabras: preguntarles si quieren seguir o no perteneciendo a la zona euro.

Un voto positivo del Parlamento de Atenas significaría la promesa de respetar los compromisos exigidos a Grecia en materia de reformas económicas y financieras a cambio de la solidaridad de los otros 16 países de la zona euro, explicaron fuentes diplomáticas francesas.

«Sería un elemento extremadamente tranquilizador. Tanto para los otros países de la UE como para los mercados», dijo el ministro de Asuntos Europeos francés, Jean Leonetti.

Todo ese montaje, sin embargo, podría quedar hecho trizas mañana, cuando Papandreu afronte un voto de confianza en el Parlamento, donde cuenta con una estrecha mayoría de 152 de las 300 bancas del hemiciclo. Esa votación se presenta bajo malos augurios, después de que varios de sus propios diputados del partido socialista Pasok han expresado el deseo de verlo renunciar.

Antes del encuentro con el primer ministro griego, Sarkozy y Merkel se reunieron en una minicumbre con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, y las máximas autoridades europeas, Herman van Rompuy y José Manuel Durão Barroso, así como con el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker. Al término de esa reunión, la UE advirtió que bloqueará el pago de la sexta cuota del primer plan de rescate, que asciende a 8000 millones de euros, hasta que no haya un resultado positivo en el referéndum.

Juncker, por su parte, acentuó la presión sobre Atenas: «Hace una semana, fuimos 17 quienes tomamos las decisiones. La zona euro no aceptará que uno de nosotros se disocie de esa decisión», advirtió.

«Alemania y el resto de la comunidad internacional hacen esfuerzos para dar muestras de solidaridad y responsabilidad con Grecia. Pero Grecia también tiene responsabilidades», dijo a su vez Steffen Seibert, vocero del gobierno alemán. «Los países de la eurozona están tan integrados que una decisión tomada por una capital tiene efectos inmediatos en todos los demás», agregó.

Desde mayo de 2010, Grecia ha evitado el default gracias a planes de salvataje de la UE y el FMI. El acuerdo alcanzado el 27 de octubre en Bruselas estableció que los bancos que poseen títulos de la deuda griega aceptarán una quita del 50% (100.000 millones de euros), mientras la eurozona y el FMI otorgarán a Grecia nuevos préstamos por 140.000 millones de dólares.

Papandreu llegó a Cannes poco después de haber obtenido el apoyo de su gabinete en una maratónica reunión. Casi dos años de una durísima austeridad han llevado a los griegos al borde de la sublevación. Los sindicatos se encuentran en estado de movilización permanente. Huelgas, protestas y manifestaciones se suceden y el país se ha tornado prácticamente ingobernable.

«Sin el plan de salvataje, las condiciones de los ciudadanos griegos podrían volverse mucho más difíciles», advirtió Durão Barroso.

Preocupados por las consecuencias que puede tener el default salvaje de Grecia en otros países de la eurozona, en particular en Italia y en España, los socios de Atenas reclaman que el polémico referéndum se realice lo antes posible y que se centre en la permanencia de Grecia en la zona euro.

Principales interesados por la instrumentación, los bancos decidieron no emitir juicio sobre la actual situación. El director general del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), con sede en Washington, afirmó que su organización «respeta la decisión del gobierno griego que, como todo gobierno, tiene derecho a lanzar procesos que crea apropiados». Por su parte, la agencia de calificación Fitch advirtió que, para las empresas griegas, una salida de Grecia del euro «sería peor que un default salvaje».

Las encuestas

Según Papandreu, el referéndum obligará a sus compatriotas a aceptar las reformas financieras requeridas por la comunidad internacional, a fin de no sumergirse en la bancarrota. Pero nada es menos seguro: las encuestas muestran que más del 60% de la población está en contra de las reformas y, sobre todo, que no soportan verse dictar el futuro desde el exterior.

«¿Cómo es posible que todos consideren normal que Merkel esté obligada a someter cada decisión de la UE a la Bundestag y el gobierno griego no tenga derecho a consultar a su población? ¿Acaso hay en Europa una democracia a dos velocidades?», reflexionó la socióloga Irene Vasistis.

En todo caso, un eventual regreso de Grecia al dracma ha dejado de ser tabú: «Los griegos deben decir rápidamente si quieren o no conservar su lugar en la zona euro», dijo el primer ministro francés, François Fillon.

Una jugada considerada «peligrosa» por muchos economistas. ¿Quién puede decir que los mercados no pondrán en la mira a los otros eslabones débiles de la cadena?

Cada una de esas incógnitas será debatida hoy por la mañana en Cannes, en el marco de otra reunión improvisada de la zona euro, poco antes de la ceremonia inaugural de la cumbre del G-20.

 

LOS TRES ESCENARIOS POSIBLES

VOTO DE CONFIANZA/ELECCIONES
Papandreu retira la consulta

Los líderes de la eurozona conocen el riesgo de un plebiscito y no descartan la posibilidad de persuadir a Papandreu para que no siga adelante. Para medir su respaldo, el premier convocó a un voto de confianza: si sale victorioso podrá plantear nuevas votaciones y si no obtiene el respaldo de por lo menos 151 parlamentarios tendrá que convocar a elecciones anticipadas.

LA QUIEBRA/MÁS AJUSTES
Grecia le dice sí al referéndum

Si se avanza con la consulta, el pueblo será el que decida. Una votación en contra llevará a Grecia a la quiebra, porque no podrá contar con nuevos fondos. Con el plebiscito, Papandreu quiere lograr la máxima legitimidad democrática de cara a nuevas e impopulares medidas, así tendrá la certeza de que los griegos eligieron los ajustes a cambio de ser rescatados.

DEFAULT/DEBATE
El voto negativo y la salida del euro

Grecia caería en la suspensión de pagos y no podría autofinanciarse. La eventual salida del euro y el hecho de rechazar el rescate provocaría un efecto dominó en la banca europea y la deuda pública de países como España e Italia se dispararía, requiriendo de ayuda pública. Grecia podría devaluar su moneda a cambio del empobrecimiento de sus ciudadanos.

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