Vecinos molestos por el humo y calles intransitables

Hay unas quince cuadras de tierra, con trechos intransitables, y un caño de agua que no deja de drenar. El funcionamiento de dos plantas de asfalto -una municipal y otra privada- provocan reiteradas molestias en el vecindario. Esperan la llegada de las redes de cloacas y gas.

Situado bien al este de la ciudad, sobre el borde del ejido municipal, con el arroyo Las Tunas como límite, Estación Parera es señalado por sus habitantes como uno de los barrios más antiguos. El vecindario empezó –recuerdan- con las vías y la estación de trenes, inmuebles que en el tiempo han dado pie a distintos proyectos y sueños en los lugareños. El más reciente es el que relata María Eva Martínez, vecina de años y titular de la comisión barrial desde 2010. Dice que durante mucho tiempo se solicitó poder hacer uso de los predios: “Queríamos hacer un complejo para los chicos de la escuela que no tienen dónde ir; tampoco tenemos los vecinos un salón comunitario para hacer las reuniones. Pensábamos hacer un gran parque y canchas para que los chicos practiquen deportes”.
Los vecinos señalan que desde el año pasado se empezó a formar un asentamiento de casitas muy pobres en los bordes de las vías. Estiman que hay unas 80 familias viviendo en condiciones sanitarias precarias -entienden que muchos no tienen sanitarios- y conectados a la luz y el agua.

Badén complicado. Del Poncho es una de las calles de acceso al barrio. Tiene asfalto, es amplia y desde hace poco “está bien iluminada”. Para quien ingresa desde Gobernador Maya –arteria que conecta Almafuerte (en la zona del Parque Industrial) con el Acceso Norte-, Del Poncho permite avanzar hacia el este hasta el final, cuando desemboca en calle 841. Antes, hay que sortear un obstáculo: cruzar un badén lleno de agua y barro. “Acá se han quedado empantanados autos”, afirma un hombre que vive en una de las casas aledañas. El vecino y la presidente de la vecinal cuentan que la laguna está con agua que se renueva permanentemente, y señalan cómo fluye de una pérdida por un lado y cómo se suman por otros líquidos turbios y malolientes.
Los vecinos atribuyen el surco límpido, que se abre paso entre la masa de color verdoso, a la filtración de un caño de la red de agua potable roto desde “hace un año”. Afirman que han llamado “hasta el cansancio” a Obras Sanitarias y otras oficinas municipales, sin suerte.
Además de la pérdida constante, los vecinos señalan la obstrucción de los desagües sobre calle 841 por donde debería correr el agua. Yuyales vigorosos y tierra acumulada han hecho de la cuneta un recuerdo. Relatan que hace unos seis meses se realizó una limpieza parcial, tarea que estuvo a cargo de un vecino, señalan y se lamentan debido a que se suspendió una procesión, actividad tradicional organizada por la capilla ubicada a unos cien metros de esa esquina, “porque la calle es un desastre”, describe el vecino.
Por la falta de un adecuado sistema de drenajes, “cada vez que llueve, el agua sube por Del Poncho y se vuelve imposible pasar (en auto)”, añadió el habitante de la cuadra.
En total, el barrio tiene aún unas quince cuadras de tierra con broza. Son angostas y con pronunciados bordes y baches. Y a modo de ejemplo del nivel de deterioro María Eva Martínez muestra la cuadra de La Sortija y Del Poncho. Así las cosas, acota que la intención es poder avanzar, el año que viene, con las gestiones para conseguir obras de asfalto.

Logro y demanda

El recambio del sistema de alumbrado público para buena parte del barrio es señalado como un logro por la vecinalista. Es que la iluminación, a través de columnas, cambió la fisonomía del vecindario, tanto que gracias a que ahora la zona cuenta con luz, quedó atrás la posibilidad planteada por la empresa de colectivos urbanos de que los coches dejaran de ingresar a causa de la oscuridad. Por entonces “no había nada de luz”, se hizo una colecta entre los vecinos y se compraron 70 focos y se colocaron. Luego se concretó el reemplazo de sistema. Al respecto, Martínez cuenta que después de mucho andar, consiguieron hace pocas semanas las nuevas instalaciones –que abonarán vía contribución por mejoras- para la mayor parte del barrio. “Queda pendiente (el recambio) en tres cuadras (una es aledaña a la escuela de Estación Parera –ubicada De la Yerra, De la Taba y La Pulpería- donde se dictan los niveles primario y secundario)”, detalla.
Una falencia del vecindario son las veredas. Casi no hay y la gente camina por la calle. Otra carencia que los vecinos marcan con preocupación es el servicio de cloacas. Es que es suelo de vertientes, por lo que el rebasamiento de pozos negros es habitual. Sobre esta obra, la vecinalista se esperanza debido a que tienen proyectos para que a la zona llegue la red, al igual que la de gas natural. “Son dos servicios muy importantes para nosotros”, reafirma, al tiempo que destaca las características del barrio. Dice que se trata de una zona “muy tranquila”, elegida permanentemente por nuevos habitantes que adquieren terrenos y edifican sus casas. La intención, entonces, de los vecinos es mejorar las condiciones para “vivir cada día mejor”.

PARA DESTACAR

Jurisdicción:

La vecinal Estación Parera comprende las calles Churruarín, Francia, Gobernador Maya y el arroyo Las Tunas.

Habitantes:

Viven en el barrio unas 300 familias, según las estimaciones de la vecinal.

Distancias y tiempos:

Entre 15 y 20 minutos lleva llegar desde el barrio al centro de la ciudad en auto. Ahora si el viaje es en colectivo, demanda alrededor de media hora. El viaje se vuelve más rápido si la vía elegida es a través del Acceso Norte y un poco más engorroso, principalmente en horas pico, por Avenida Almafuerte donde el tránsito se vuelve más enredado debido al flujo del tránsito y los semáforos.

Las plantas y las molestias

En inmediaciones del barrio, en el costado norte, están emplazadas dos plantas asfálticas: una perteneciente al municipio y otra a una empresa constructora privada.
El humo y una especie de hollín que cae sobre casas, vecinos, patios y árboles ha motivado la queja de habitantes, que desde hace años vienen peregrinando por oficinas públicas “pidiendo ayuda”. Es que, según asevera María Eva Martínez, en la zona se maneja la certeza de que humo y hollín “son contaminantes”.
Aunque desde hace unos días tienen una tregua –pues la planta municipal no funciona desde fines de octubre-, los vecinos claman por una solución. Si bien Martínez aclara que la solicitud del barrio no pasa por que “saquen ya” a las plantas del lugar, esperan que se introduzcan cambios en el sistema de eliminación de gases: estiman que con un cambio en las chimeneas se amortiguarían los problemas.
Según la vecinalista, la planta municipal fue llevada a esa zona en los años 90’. “Cuando funciona, sale humo con hollín que cae por todos lados”, describe, mientras que la planta privada “cuando anda mal, parece que cayera una especie de (polvillo) blancuzco”, acota la vecina, quien asegura: “Hemos llevado el reclamo por todos partes. Nos hemos presentado en todos los organismos”. El último intento fue hace unas semanas, cuando visitó el barrio Rosario Romero, secretaria de Planificación e Infraestructura. En la oportunidad, desde la vecinal se le mostró una serie de notas y gestiones realizadas.

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