Calculan que la inundación en Villa Paranacito durará un año

Al avance del Paraná, se suma que el Uruguay está alto y no permite el desagote. Los mejores pronósticos hablan de tres meses más con este horizonte. Pero los más realistas apuntan a septiembre como el mes en que la ciudad se normalice.
En Villa Paranacito, pleno delta del Paraná, se encimaron dos crecientes en diciembre: la del río principal, el Paraná, que hizo crecer al río Paranacito y la del Uruguay, que no llega al lugar, pero genera taponamiento y retiene el desagote.
En la zona ya hubo hace un año otra inundación que los terrenos empapados no logran absorber. Y cada sudestada que sopla desde el Río de la Plata vuelve a la creciente atrás y el agua sube de nuevo en cuestión de horas.
Villa Paranacito tiene casi 6 mil habitantes y 197 mil hectáreas de ejido urbano, rural e isleño. Sólo 20 familias fueron trasladas a centros de evacuación, y algunas otras prefirieron recibir casillas e instalarse al costado de la ruta, cerca de su vivienda.
Los mejores pronósticos hablan de tres meses más con este horizonte. Pero los más realistas apuntan a septiembre como el mes en que la ciudad se normalice. Los apesadumbrados calculan un año de inundación.
Se necesitan donaciones. Lavandina, agua potable, pañales descartables, alimentos no perecederos, repelente de mosquitos, tul para rodear las camas. A fin de febrero, la embajada de Taiwán envió ayuda, grupos de voluntarios hacen colectas y el gobierno nacional remitió un Aporte del Tesoro Nacional de 500 mil pesos. Pero la Municipalidad ha pedido un millón y medio.
La gente aguanta, da batalla, «pero esto cansa», dicen. Los comercios de la calle principal, la única farmacia en 100 kilómetros a la redonda, el banco, la iglesia, el registro civil, la plaza, la municipalidad, todo está entre el agua ahora. Las viviendas tienen «dos botas» de río adentro (entiéndase: altura que supera la rodilla de un adulto, equivalente a dos cañas de bota de goma). No es cosa de periferias: el centro del poblado está igual que las islas hundidas en la distancia; hay chalets rodeados por completo y la casa de campo del Ministro del Interior Rogelio Frigerio tiene el agua colándose por las ventanas, publica Clarín.
La economía del lugar recibe la inundación como un golpazo. Hay 2.700 productores agropecuarios que sufrirán pérdidas casi totales. La zona tiene producción primaria como ganadería, apicultura, forestación, pesca, extracción arenera y de turba subtropical, turismo. Hoy, todo paralizado.
El cuartel de bomberos, los equipos de Vialidad Provincial (mantienen la transitabilidad de la ruta de acceso y bombean agua en distintos barrios), la Prefectura, el municipio, manos voluntarias, docentes, los legisladores del departamento, mucha gente colabora. Pero lo que se requiere son obras definitivas de contención de inundaciones. Como el proyecto de 130 millones de pesos elaborado hace años que duerme en una carpeta en oficinas del gobierno nacional.